La presión fiscal es uno de los indicadores económicos estrechamente vinculados a las dinámicas que existen entre los individuos, las organizaciones y el gobierno. Este concepto relaciona la política fiscal de un Estado con el Producto Interno Bruto (PIB) de una nación, la presión tributaria axial también se da en el equilibrio entre la renta disponible y el trabajo. En el debate de política fiscal y presión patrimonial el fondo de discusión es el mismo, se discute el bienestar de los ciudadanos.
Dicho de otra manera, El principio de proporcionalidad viene A mi me gusta la definición de la Real Academia Española, un determinado valor al dólar o al porcentaje y su nivel también se posiciona proporcionalmente Por lo que se establece que donde existen más personas, más presionarán a cuanto mayor acceso existe, el uso es más libre los impuestos también se ven obligados, por lo que aumentará El principio de idéntico derecho al incremento del espacio, en el incremento de velocidad y orden de uso solo podrán encajar en determinados espacios.
Como su mismo nombre estima, la proporción de ingresos del gobierno obtenidos se posee en incremento a la disponibilidad que tienen los ciudadanos también a la Inversión de Bancos.

¿Qué es la presión fiscal o presión impositiva?
Definición y conceptos básicos de la presión fiscal
La presión fiscal o presión impositiva se define como el porcentaje de los ingresos que los contribuyentes, personas físicas y jurídicas, entregan al Estado a través de los diversos impuestos existentes. Este indicador económico muestra la cantidad que le corresponde a la recolección de impuestos dentro del Producto Interno Bruto (PIB) de un país. De manera sencilla, la presión fiscal evalúa que, de la riqueza generada por una economía, ¿Cuanto se transfiere al sector público por el pago de impuestos, tasas y contribuciones? Es importante destacar que al referirse a la presión fiscal de un país, se habla de un indicador total que incluye toda clase de impuestos directos como el IRPF o indirectos como el IVA, las aportaciones a la Seguridad Social y otros impuestos específicos de las distintas instancias subnacionales.
Diferencias entre presión fiscal y esfuerzo fiscal
Aunque se tiende a confundir la presión fiscal con el esfuerzo fiscal, sostengo que es de vital importancia esclarecer la diferencia entre ambas, ya que son términos diferentes. La presión fiscal toma en consideración el porcentaje del PIB que se recauda a través de tributos, en tanto que el esfuerzo fiscal considera la capacidad económica real del contribuyente en términos de costo tributario. También, el esfuerzo fiscal mezcla el sacrificio relativo que enfrenta la ciudadanía con el pago de impuestos dependiendo de sus ingresos. Por ejemplo, así como se puede pensar que dos países tienen en este caso la misma presión fiscal (vamos a suponer un 35% del PIB), pero si uno tiene un PIB per cápita tres veces superior al otro, el esfuerzo fiscal resultará ser mucho mayor en el país de menor renta. Es preciso la cobertura de estas diferencias para poder analizar la tributaria, ya asumiendo se da la lógica que el costo efectivo no se camufla por el descalce del gasto, siempre financiar el gasto no es sinónimo de bienestar. En este sentido, en España se arrecia el debate tributario asumiendo la carga tributaria se restrinja a esfuerzos tributarios, sin reconocer su equidad.
Importancia de la presión fiscal en la economía
La fiscalidad en una nación determina su funcionamiento en la economía. De una parte, materializa la principal fuente de ingreso público disponible, capitanando las finanzas del Estado en cuestiones fundamentales como medicina, educación, defensa y el mantenimiento de la seguridad. De la otra, genera retención en la inversión, consumo y ahorro de personas y empresas. Si la presión resulta demasiado alta, se puede desincentivar la actividad económica y proliferar la economía delictiva, mientras que si es demasiado baja, sí se garantizaría una actividad económica, pero a expensas de la calidad de los servicios públicos y la sostenibilidad de las finanzas del Estado. El óptimo depende de la estructura socioeconómica de cada país y del anhelo de sus ciudadanos en virtud de la magnitud del Estado. Reflexionando sobre el caso de España, históricamente ha tenido una presión fiscal menor a la media de los países desarrollados de la Unión Europea, aunque en las últimas décadas se ha ido incrementando, mostrando un cambio en el modelo económico y las expectativas sobre la función del Estado en la sociedad..
¿Cómo se calcula la presión fiscal en un país?
Fórmula para calcular la presión fiscal
Para calcular la presión fiscal de un país, es necesario utilizar una fórmula que, en su concepto, es relativamente simple, pero su aplicación detallada es compleja. La fórmula básica para computar la presión fiscal es: “los ingresos fiscales totales recaudados por el estado se dividen entre el producto interno bruto (PIB). El producto se multiplica por 100 para expresar la presión fiscal como un porcentaje.” En una forma esquematizada: Presión Fiscal = (Total de Ingresos Tributarios) / PIB) x 100. Esta fórmula nos da una cifra que sirve como un indicador que permite la comparación entre diferentes países o a lo largo de diversos períodos en la historia. Ahora, se debe enfatizar que, al estimar la presión fiscal, todos los ingresos públicos relacionados con impuestos de los diferentes niveles de gobierno (central, regional, local y municipal) deben ser incorporados, no solo el nivel central. Esto también incluye impuestos directos e indirectos, contribuciones a la seguridad social y tarifas especiales, lo que lo hace complicado si se requiere una estimación precisa.
Relación con el Producto Interior Bruto (PIB)
El Producto Interno Bruto (PIB) es el valor monetario de todos los bienes y servicios finales producidos dentro de un país durante un período de tiempo específico, generalmente un año. En este contexto, considerar el PIB como el denominador para calcular la carga fiscal ayuda a contextualizar la recaudación de impuestos en relación con la producción económica total del país. Esta relación es crítica para medir la sostenibilidad y el efecto general de la política fiscal. Si la presión fiscal aumenta sin un aumento proporcional en el PIB, indica que cada unidad de riqueza se está inclinando a una carga mayor que puede influir negativamente en el crecimiento económico. Por el contrario, si el PIB supera el crecimiento de la recaudación, la presión fiscal disminuye incluso cuando los ingresos fiscales absolutos aumentan. En España, al igual que en muchos países desarrollados, existe cierta correlación entre la cifra del PIB y la carga fiscal; sin embargo, las peculiaridades del ciclo económico y las decisiones políticas introducen características idiosincráticas. Durante las recesiones, la presión fiscal puede aumentar temporalmente incluso con una menor recaudación absoluta debido a una contracción más estricta del denominador.
Elementos que se incluyen en el cálculo tributario
Al calcular la presión fiscal, tanto las obligaciones como los ingresos deben ser tenidos en cuenta. Los principales elementos incluidos son: Impuestos Directos, como el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y el Impuesto sobre Sociedades; Impuestos Indirectos como el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), los Impuestos Especiales y los Derechos Arancelarios; contribuciones a la seguridad social por parte de empleados y empleadores; impuestos sobre el patrimonio y las transferencias; cargas y tasas de servicios públicos; y contribuciones especiales. De cierta importancia metodológica es que organizaciones internacionales como la OCDE incluyen las contribuciones sociales como un componente de la ‘presión fiscal’, considerándolo un impuesto, mientras que algunos estudios nacionales lo analizan por separado. Esta diferencia en el enfoque puede resultar en discrepancias significativas en las comparaciones internacionales. También debe señalarse que la medición de la presión fiscal se ve distorsionada por la economía informal y la evasión fiscal, ya que las actividades económicas no declaradas contribuyen al PIB pero no a los ingresos fiscales, lo que baja artificialmente el indicador de presión fiscal calculado.
Presión fiscal en España comparada con otros países
Evolución histórica de la presión fiscal en España
La presión fiscal en España ha experimentado una profunda evolución desde la transición democrática. En 1975, la presión fiscal apenas superaba el 18% del PIB, todavía muy por debajo de la media europea. Con la reforma fiscal de 1977, que modernizó el sistema tributario español al introducir un IRPF progresivo y un impuesto sobre sociedades comparable internacionalmente, hubo una tendencia ascendente. Durante la década de 1980, coincidiendo con la expansión del Estado del Bienestar, la presión fiscal aumentó enormemente alcanzando casi el 33% a principios de la década de 1990. En los años siguientes, el indicador se estabilizó con pequeñas fluctuaciones, experimentando una caída durante la crisis económica de 2008-2014 debido a una disminución de los ingresos por la menor actividad económica. En la última década, España ha vuelto a aumentar la presión fiscal hasta casi el 37% del PIB, aún por debajo de los países de la Unión Europea más desarrollados, pero reflejando la recuperación económica junto con varias reformas fiscales destinadas a aumentar los ingresos para combatir el déficit público y financiar un Estado del Bienestar cada vez más demandado por la sociedad española.
Países con mayor presión fiscal según la OCDE
Basado en la información proporcionada periódicamente por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los países con la mayor presión fiscal se concentran principalmente en Europa del Norte y Central. Países como Dinamarca, Francia, Bélgica, Suecia y Finlandia habitualmente encabezan la clasificación con presiones fiscales entre el 42% y el 48% del PIB. Estos países se caracterizan por tener Estados de bienestar universal excepcionalmente desarrollados, con una amplia cobertura de seguros sociales, atención médica universal de alta calidad y educación gratuita o altamente subsidiada hasta niveles de posgrado. En contraste, países como México, Chile o Irlanda tienen una presión fiscal menos severa, con cifras que rara vez superan el 30% del PIB. Estados Unidos, a pesar de ser una de las economías más poderosas del mundo, tiene una presión fiscal relativamente moderada en comparación con otros países desarrollados. España tiene una presión fiscal de aproximadamente 37%, posicionándose como un miembro promedio dentro de la OCDE, pero significativamente por debajo de los países europeos más avanzados.
Esta posición intermedia refleja un equilibrio particular entre la financiación de servicios públicos y la carga impositiva sobre ciudadanos y empresas, aunque existe debate sobre si este nivel es adecuado para mantener el estado del bienestar español a largo plazo.
¿Por qué España tiene diferentes niveles de presión fiscal que otros países europeos?
Las divergencias en la presión fiscal de España en comparación con otros países europeos, particularmente los del Norte, derivan de una combinación de factores históricos, económicos, sociales y políticos. Primero, España experimentó un desarrollo más tardío de su estado de bienestar, que comenzó a consolidarse principalmente después de la transición democrática, mientras que países como Suecia o Dinamarca iniciaron este proceso décadas antes. En segundo lugar, España muestra un nivel de economía sumergida superior a la media europea, estimado entre un 20-25% del PIB, lo que reduce la base efectiva de impuestos y, por lo tanto, la presión fiscal calculada. El menor PIB per cápita español en comparación con países de mayor presión fiscal también explica parcialmente esta diferencia, ya que la capacidad de recaudación fiscal está directamente ligada al nivel de riqueza. Además, factores como una estructura empresarial con una mayor proporción de sectores tradicionalmente menos evasores de impuestos (como el turismo), diferencias en los modelos de financiación de pensiones y atención sanitaria, y decisiones políticas específicas respecto a la estructura tributaria han moldeado un sistema con características distintivas.
Es importante señalar que, al margen de la diferencia en la presión fiscal entre España y otros países europeos, el esfuerzo fiscal –teniendo en cuenta, por ejemplo, la renta per cápita– puede resultar para ciertos grupos de contribuyentes desproporcionadamente alto, lo que provoca controversia respecto a la justicia o distribución equitativa del sistema tributario español.
¿Cómo afecta la presión fiscal a las personas físicas y empresas?
Impacto del IRPF e IVA en la presión fiscal
El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) son dos figuras fundamentales de la recaudación fiscal en España, que juntas representan más del 50% de los ingresos fiscales. El IRPF, como impuesto directo, impacta progresivamente los ingresos de los contribuyentes en un rango del 19% al 47%, dependiendo del nivel de ingresos y de la comunidad autónoma de residencia. El impacto de este impuesto directo es diferente según el nivel de ingresos y se considera que afecta desproporcionadamente a los ingresos medianos y altos, aunque hay numerosas deducciones y beneficios fiscales que pueden mitigar su impacto. Por otro lado, el IVA, como impuesto indirecto, impacta el consumo a tasas del 4%, 10% y 21% dependiendo del bien o servicio; además, el IVA tiene un carácter más regresivo. La combinación de ambos impuestos determina en gran medida la carga fiscal que los ciudadanos enfrentan en su vida cotidiana.
La carga global de un país, su presión fiscal y la forma en la que los ciudadanos perciben el cumplimiento tributario, viene acompañada por la marcada modificación política que sus reformas selectivas provocan. Cualquier alteración al tratar de exenciones, tipos o incluso deducciones, siempre contará con un impacto más que significativo, instantáneo e importante.
Cotizaciones a la Seguridad Social y su peso en la presión impositiva
En España, las contribuciones a la Seguridad Social son una de las formas más importantes de recaudación fiscal en el país, representando casi un tercio de la recaudación total. Estas contribuciones, que son compartidas entre los trabajadores y los empleadores, financian principalmente el sistema de pensiones, la compensación por desempleo, la baja por enfermedad y otros programas de seguro social. Se sabe que España tiene contribuciones de empleadores relativamente más altas en comparación con otros países europeos, lo que aumenta los costos laborales y podría reducir la competitividad general de muchas empresas. Desde la perspectiva del empleado, las contribuciones sociales disminuyen el salario neto, ampliando así la brecha entre el costo total del empleo para la empresa y el pago real recibido por el trabajador. Este elemento de imposición tiene impactos de gran alcance en el mercado laboral y podría afectar la contratación, los niveles salariales o incluso empujar hacia el empleo informal.