10 Pasos Esenciales para Crear tu Propia Empresa desde Cero
Lanzarte a montar tu propia empresa es como subirte a una montaña rusa: hay momentos de vértigo, otros de pura adrenalina, pero al final del recorrido, la satisfacción es inmensa. Este camino requiere que conozcas bien los trámites necesarios, que entiendas las distintas formas jurídicas que existen y que sigas una serie de pasos ordenados para que tu proyecto empresarial arranque con buen pie. Aquí te traemos una guía completa con los 10 pasos esenciales que cualquier emprendedor necesita seguir para crear una empresa desde cero en España.
¿Qué forma jurídica debo elegir para crear mi empresa?
Elegir la forma jurídica es como escoger los cimientos de tu casa: determinará prácticamente todo lo que venga después. Esta decisión marcará aspectos tan importantes como tu responsabilidad personal, cuántos impuestos pagarás y qué papeleos tendrás que hacer para echar a andar. ¿Vas solo o con socios? ¿Cuánto dinero puedes poner sobre la mesa? ¿Qué tipo de actividad vas a desarrollar? ¿Hasta dónde quieres llegar con tu idea de negocio? Son preguntas que debes hacerte antes de decidir. La buena noticia es que la Cámara de España y muchas organizaciones de apoyo al emprendedor te echan una mano gratis para que tomes esta decisión tan importante que definirá el futuro de tu aventura empresarial.
¿Cuál es la diferencia entre autónomo y sociedad limitada?
Cuando llega el momento de dar el salto y crear tu propia empresa, una de las primeras encrucijadas es decidir si te haces autónomo o montas una sociedad limitada. Ser autónomo (empresario individual) es la opción más directa: menos papeleo, menos gastos al principio y puedes empezar casi de inmediato. El problema es que tu bolsillo personal y el de tu negocio son el mismo, así que si las cosas se tuercen, respondes con tu casa, tu coche y hasta con el último euro de tu cuenta bancaria.
La sociedad limitada es otra historia. Necesitas 3.000€ de capital mínimo y meterte en bastantes trámites mercantiles, pero a cambio consigues algo valioso: una barrera entre tu patrimonio personal y el de la empresa. Si el negocio va mal, solo pierdes lo que hayas puesto. También puedes tener socios, es más fácil vender participaciones si quieres salir, y seamos sinceros: suena más profesional cuando hablas con proveedores y clientes. Por algo es la opción favorita de los emprendedores que piensan en grande y quieren que su empresa crezca.
¿Cómo elegir la forma jurídica más conveniente para mi tipo de negocio?
Escoger la forma jurídica adecuada para tu negocio es como elegir el coche perfecto: depende de para qué lo necesites. Primero, mira cuántos sois en el equipo. ¿Vas solo? Ser autónomo puede ser tu mejor opción. ¿Sois varios socios? Entonces una sociedad limitada o cooperativa tiene más sentido.
El dinero también cuenta, y mucho. Si andas justo de presupuesto, ser autónomo no te exige un capital mínimo. Pero si quieres una sociedad limitada, prepara al menos 3.000€. Luego está el tema del riesgo: ¿prefieres dormir tranquilo sabiendo que tu casa está a salvo pase lo que pase con el negocio? Las sociedades mercantiles te dan esa tranquilidad con su responsabilidad limitada.
Y no te olvides de los impuestos, que aquí es donde muchos se llevan sorpresas. Los autónomos pagan IRPF con tipos que pueden escalar hasta el 47% (sí, has leído bien), mientras que las sociedades pagan un 25% fijo en el Impuesto de Sociedades, con descuentos para empresas nuevas. La Cámara de Comercio y las asesorías especializadas en emprendedores están para echarte un cable con estos números que a veces marean un poco.
¿Qué ventajas fiscales tienen las diferentes formas jurídicas?

Cada forma jurídica viene con su propio pack de ventajas fiscales, y conocerlas puede ahorrarte un buen dinero cuando estés creando tu empresa desde cero. Los autónomos, aunque tienen que lidiar con el IRPF y sus tipos progresivos, pueden descontarse gastos directamente relacionados con su actividad y reducir sus rendimientos netos. Y aquí viene lo bueno: los nuevos autónomos pueden acogerse a la famosa tarifa plana de cotización a la Seguridad Social, que es un respiro para empezar.
Las sociedades limitadas juegan en otra liga fiscal. Tributan al 25% fijo en el Impuesto de Sociedades, pero ojo, que durante los dos primeros años con beneficios ese porcentaje baja al 15%. También te permiten hacer virguerías con la planificación fiscal: puedes deducir dietas, seguros médicos, planes de pensiones para socios trabajadores… cosas que como autónomo no puedes tocar.
Las cooperativas son las mimadas del sistema fiscal: un tipo reducido del 20% y pueden estar exentas de algunos impuestos locales. Las Sociedades Laborales también tienen lo suyo, con beneficios en la tributación de dividendos y en el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales. La Agencia Tributaria tiene toda esta información detallada, pero te recomiendo encarecidamente que hables con una asesoría especializada. Cada proyecto es un mundo y lo que funciona para uno puede no ser lo mejor para otro.
¿Cómo registrar mi empresa en el Registro Mercantil?
Inscribir tu empresa en el Registro Mercantil es como darle el DNI oficial a tu negocio. Este paso es obligatorio si has decidido montar una sociedad mercantil como la sociedad limitada, y le da a tu empresa personalidad jurídica propia. Es decir, a partir de este momento, tu empresa existe oficialmente para el mundo.
El proceso arranca después de firmar la escritura de constitución ante notario y pedir el NIF provisional. Tienes que hacer la inscripción en el Registro Mercantil de la provincia donde hayas fijado el domicilio social de tu empresa, y atención: tienes un plazo máximo de dos meses desde que obtienes la escritura de constitución. No es un trámite que puedas dejar para más adelante. Tu proyecto empresarial necesita esta seguridad jurídica para operar con tranquilidad y poder hacer operaciones comerciales y financieras sin problemas.
¿Qué documentación necesito para inscribir mi empresa?
Para registrar tu empresa en el Registro Mercantil vas a necesitar preparar un buen fajo de papeles. El documento estrella es la escritura de constitución original que firmaste ante notario, donde vienen los estatutos sociales con todos los detalles jugosos: qué va a hacer tu empresa (objeto social), cuánto dinero has puesto (capital social), dónde estará ubicada y quién mandará.
También necesitas el justificante de pago del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados (el famoso modelo 600), aunque ahora mismo hay una exención para constituir sociedades, así que respira tranquilo. No te olvides del certificado negativo de denominación social del Registro Mercantil Central, que básicamente garantiza que nadie más se llama como tu empresa.
Suma a la lista una copia del NIF provisional que ya deberías tener de la Agencia Tributaria, el impreso de solicitud que te dan en el propio Registro y prepara la cartera para las tasas. Puedes presentar todo esto en persona en el Registro Mercantil provincial o, si eres de los digitales y tienes certificado electrónico, hacerlo todo online desde el sofá.
¿Cuánto cuesta registrar una empresa en el Registro Mercantil?
Vamos a hablar de números, que al final es lo que importa cuando estás calculando el presupuesto para montar tu empresa. Los aranceles notariales por la escritura de constitución te van a costar entre 250 y 500 euros, dependiendo de cuánto capital social pongas y lo complicados que sean tus estatutos. Las tasas del Registro Mercantil varían según la provincia, pero calcula entre 100 y 200 euros para una sociedad limitada normalita.
Antes había que pagar el 1% del capital social en concepto de Impuesto de Transmisiones, pero ahora hay una exención para constituir sociedades, así que ese dinero te lo ahorras. Si contratas una asesoría para que te gestione todo este lío (y muchos lo hacen porque es un dolor de cabeza), añade entre 200 y 600 euros más a la cuenta.
No te olvides de sumar unos 16 euros del certificado de denominación social y los gastos del NIF provisional. En total, prepárate para gastar entre 400 y 900 euros solo en registrar la empresa, y eso sin contar los 3.000€ del capital social mínimo si montas una sociedad limitada. Sí, emprender no es barato, pero piénsalo como una inversión en tu futuro.
¿Cómo redactar los estatutos sociales de mi empresa?
Redactar los estatutos sociales es como escribir las reglas del juego de tu empresa. Estos documentos son las normas internas que van a regir cómo funciona tu sociedad, y créeme, es mejor tenerlo todo bien atado desde el principio que lamentarse después.
¿Qué debe incluir? Pues prácticamente todo: el nombre completo de tu empresa, qué actividades va a desarrollar (el objeto social bien detallado, no te quedes corto aquí), dónde estará el domicilio fiscal, cuánto durará la sociedad (puede ser para siempre si quieres), cómo se reparte el capital social entre los socios, y si alguien aporta algo que no sea dinero, cómo se valora.
También tienes que dejar claro quién manda y cómo: ¿un administrador único?, ¿varios administradores?, ¿un consejo de administración? Define los derechos y obligaciones de cada socio, cómo se toman las decisiones en las juntas y qué puede hacer que la empresa se disuelva. Hay plantillas estándar que puedes usar de base, pero mi consejo es que las personalices según lo que necesite tu proyecto. Muchos emprendedores contratan una asesoría especializada para esto, y no es mala idea: te aseguras de que todo esté legal y que los intereses de todos los socios queden protegidos. Una vez listos, estos estatutos se incorporan a la escritura de constitución que presentarás ante notario.
¿Qué trámites fiscales necesito para crear una empresa desde cero?
Los trámites fiscales son el momento de la verdad cuando estás creando una empresa desde cero. No son simples papeleos burocráticos; son tu carta de presentación ante Hacienda y determinan qué obligaciones tributarias tendrás que cumplir religiosamente de ahora en adelante.
Entre los imprescindibles está conseguir el Número de Identificación Fiscal (NIF), hacer la declaración censal con los modelos 036 o 037 (no te asustes, son más sencillos de lo que parecen), y darte de alta en los impuestos que te toquen según hayas elegido ser autónomo o montar una sociedad. Cada opción tiene sus particularidades, así que es fundamental que sepas exactamente qué te espera para arrancar tu proyecto empresarial con el pie derecho y sin sustos con la Agencia Tributaria.
¿Cómo obtener el NIF provisional para mi empresa?
Conseguir el NIF provisional es uno de los primeros pasos cuando estás montando una sociedad mercantil. Este numerito es el que permite a tu empresa hacer cualquier cosa que tenga que ver con impuestos mientras terminas de inscribirla en el Registro Mercantil. Es como un carnet de identidad temporal para tu negocio.
Para obtenerlo, tienes que presentar el modelo 036 en la Agencia Tributaria (sí, más papeles), junto con una copia de la escritura de constitución que firmaste ante notario y el acuerdo de voluntades de constitución. También necesitas tu DNI y algo que demuestre que puedes representar a la sociedad. Puedes hacerlo en persona pidiendo cita previa (prepárate para esperar) o por internet si tienes certificado digital.
Hacienda te dará entonces un NIF provisional válido por seis meses. Durante ese tiempo tienes que sí o sí inscribir la empresa en el Registro Mercantil. Una vez hecho esto, vuelves a la carga con el modelo 036 y la escritura ya inscrita para conseguir el NIF definitivo. Es un proceso fundamental para que tu empresa pueda empezar a funcionar legalmente, abrir una cuenta bancaria empresarial y, lo más importante, facturar.
¿Cómo realizar la declaración censal en la Agencia Tributaria?
La declaración censal es tu manera de decirle oficialmente a Hacienda: «¡Eh, que empiezo a trabajar!». Es un trámite fiscal fundamental cuando estás creando una empresa desde cero, y se hace presentando el modelo 036 (la versión completa) o el 037 (la versión light para autónomos y pequeñas empresas).
En estos modelos vas a tener que soltar toda la información: datos de tu empresa, qué actividad vas a desarrollar según los códigos IAE (tranquilo, hay listados para ayudarte), dónde estará tu domicilio fiscal y tus locales si los tienes, en qué régimen de IVA te metes, y cuánto crees que vas a facturar. También debes especificar qué obligaciones fiscales periódicas asumirás, porque Hacienda quiere saber cuándo esperarte.
Puedes presentarlo online en la sede electrónica de la Agencia Tributaria si tienes certificado digital (la opción más rápida), o ir en persona a las oficinas pidiendo cita previa. Las sociedades mercantiles suelen hacer este trámite a la vez que piden el NIF provisional, matando dos pájaros de un tiro. Tómate tu tiempo para rellenarlo bien, porque este documento marca el marco tributario en el que va a moverse tu empresa. Hacerlo mal puede traerte dolores de cabeza y multas que nadie quiere.
¿Qué impuestos tendré que pagar al crear mi propio negocio?
Llegamos al tema que a nadie le gusta pero todos necesitamos conocer: los impuestos. La carga fiscal que vas a soportar depende mucho de la forma jurídica que hayas elegido y del tipo de actividad que desarrolles.
Si eres autónomo, tu principal quebradero de cabeza será el IRPF. Pagas un porcentaje de tus ganancias netas que empieza en el 19% pero puede escalar hasta el 47% si te va muy bien (ironías de la vida). Las sociedades mercantiles como la sociedad limitada pagan el Impuesto de Sociedades, con un tipo fijo del 25%, aunque si acabas de empezar tienes premio: solo el 15% durante los dos primeros años con beneficios.
El IVA es el invitado que nunca falta a la fiesta, da igual la forma jurídica que elijas. Normalmente es el 21%, aunque hay tipos reducidos para ciertas actividades (alimentación, libros, servicios culturales…). También está el Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE), pero respira: los autónomos y las empresas con facturación inferior a un millón de euros están exentos.