El día que llega esa carta de Hacienda a tu buzón, el corazón te da un vuelco. Es normal. Una inspección tributaria puede convertirse en una de las experiencias más agobiantes para cualquier empresario o autónomo. Pero tranquilo, respirar hondo es el primer paso. Esta guía nace de la experiencia real de quienes han pasado por esto y quiere acompañarte, paso a paso, para que sepas exactamente qué hacer cuando la Agencia Tributaria llame a tu puerta. Porque sí, tienes derechos, y conocerlos marca toda la diferencia.
Tipos de procedimientos de comprobación e inspección tributaria
No todas las revisiones de Hacienda son iguales, y esto es algo que muchos empresarios descubren sobre la marcha. Están las comprobaciones limitadas, que son como un vistazo rápido a algún aspecto concreto de tus declaraciones – piensa en ellas como cuando el médico te mira solo la garganta porque es lo que te duele. Luego están las verificaciones de datos, que son aún más superficiales, apenas un cotejo de información. Pero cuando hablamos del procedimiento de inspección en toda regla, ahí sí que la cosa se pone seria. Un inspector se planta en tu empresa y puede revisar absolutamente todo con lupa. Cada modalidad tiene sus tiempos, sus reglas del juego, y saber en cuál estás metido te ayuda a prepararte mejor y a no perder los nervios innecesariamente.
Criterios por los que Hacienda selecciona contribuyentes para inspeccionar
¿Te has preguntado alguna vez por qué a ti y no a tu competidor? La Agencia Tributaria no juega a los dados cuando decide a quién inspeccionar. Tienen sus métodos, y conocerlos puede darte pistas sobre tu nivel de riesgo. Si tus números bailan mucho de un año para otro, si alguien te ha denunciado (sí, pasa más de lo que crees), si tu sector está en el punto de mira ese año, o si tus gastos en el Mercedes nuevo no cuadran con lo que declaras… todas estas son señales rojas para ellos. También les llama la atención si manejas mucho efectivo – ya sabes, ese dinero que no deja rastro – o si has tenido tratos con empresas que luego resultaron ser problemáticas. Es como un puzzle: cada pieza por separado puede no decir nada, pero juntas dibujan un cuadro que puede despertar su curiosidad.
Diferencias entre requerimientos y actuaciones inspectoras formales
Aquí es donde muchos se lían, y con razón. Recibir un papel de Hacienda pidiendo documentación no es lo mismo que recibir el aviso de que te van a inspeccionar. Es la diferencia entre que te pidan el carnet en la entrada de la discoteca y que te registren los bolsillos. Un requerimiento es como cuando te piden que aclares algo puntual: «Oye, en esta factura no vemos claro este concepto, ¿nos lo explicas?». Las actuaciones inspectoras formales son otra historia: llega una notificación oficial que dice claramente qué impuestos van a revisar, de qué años, y ahí empieza la cuenta atrás. Los plazos, tus derechos, las consecuencias… todo cambia según ante qué te encuentres. Por eso, cuando te llegue cualquier comunicación de Hacienda, léela dos veces y asegúrate de entender ante qué escenario estás.
¿Cómo actuar cuando recibo una notificación de inspección de Hacienda?
Vale, ha llegado el momento. Tienes la notificación en las manos y puede que hasta te tiemblen un poco. Es humano sentir ese nudo en el estómago, pero ahora toca ponerse las pilas. Lo primero: léela con calma, palabra por palabra. ¿Qué impuestos quieren revisar? ¿De qué años? ¿Qué tipo de procedimiento es? No la guardes en un cajón esperando que desaparezca – spoiler: no lo hará. Este es el momento de decidir si vas solo a esta batalla o si necesitas refuerzos profesionales. Y créeme, en muchos casos, contar con alguien que conozca el terreno puede ser la diferencia entre salir indemne o acabar con un disgusto considerable. La forma en que reacciones ahora, en estos primeros momentos, puede condicionar todo lo que venga después.
Pasos inmediatos tras recibir la notificación de inspección
Manos a la obra. Primero, acusa recibo de la notificación – no querrás que piensen que estás escondido bajo la cama. Apunta en tu calendario la fecha de la primera visita como si fuera la boda de tu mejor amigo: sagrada e inamovible. Llama a tu asesor, y si no tienes uno, empieza a buscar ya. Mientras tanto, conviértete en el Marie Kondo de la documentación fiscal: todo ordenadito, todo a mano. Facturas aquí, extractos bancarios allá, contratos en su sitio… Ya me entiendes. Y aquí viene un consejo de oro: repasa tus declaraciones del periodo que van a mirar. ¿Hay algo que chirríe? ¿Algún número que ahora, viéndolo con perspectiva, no tengas muy claro? Mejor saberlo tú antes que ellos. Si necesitas más tiempo para prepararte, puedes pedirlo, pero que sea con una buena excusa, no vale el «es que tengo mucho lío».
Documentación que debes preparar antes de la visita del inspector
La documentación es tu mejor aliada o tu peor enemiga, según cómo la tengas. Necesitarás tus libros de contabilidad (esos que esperemos que estén al día), todas las facturas – y cuando digo todas, es TODAS -, los movimientos bancarios que a veces cuentan historias que no recordabas, los contratos con empleados y proveedores, las escrituras de la empresa… Vamos, que vas a hacer un máster en arqueología documental. Mi consejo: organízalo todo por fechas y por tipos. Que cuando el inspector pida algo, tú puedas sacarlo en segundos, no después de media hora rebuscando en cajas. Y si tienes operaciones raras o complicadas, prepara un papelito explicándolas en cristiano. Porque mostrar las cartas ordenadas no solo ayuda al inspector, también dice mucho de ti: «Aquí no hay nada que esconder, mire usted lo que quiera».
¿Cuándo es imprescindible contactar con una asesoría fiscal?
Mira, seré directo: si tu empresa tiene más vueltas que una montaña rusa, si haces negocios fuera de España, si has aplicado deducciones gordas o tienes regímenes especiales, no te la juegues. Necesitas un profesional ya. También si la inspección abarca varios años o si las cantidades en juego te quitan el sueño. Pero el momento crítico de verdad llega cuando recibes un acta de disconformidad – eso es cuando el inspector dice «aquí hay gato encerrado» – o cuando ves que interpreta las normas de forma muy distinta a como las entendiste tú. Los asesores fiscales buenos no solo conocen la ley al dedillo, también saben cómo se mueve el cotarro, qué argumentos funcionan y cuáles no. Es como ir a juicio: ¿irías sin abogado? Pues esto es parecido, pero con números.
¿Qué derechos tengo como contribuyente durante una inspección de Hacienda?

Que Hacienda tenga poder no significa que tú estés indefenso. La Ley General Tributaria te ampara con un catálogo de derechos que debes conocer como la palma de tu mano. Tienes derecho a saber exactamente qué están mirando y por qué, a que te traten con educación (aunque a veces se les olvide), a que las visitas sean en horarios que no te destrocen el negocio, y a tener a tu lado a quien tú quieras como asesor. También puedes pedir copias de lo que entregues, saber en qué punto está el proceso, y meter baza con alegaciones cuando lo creas necesario. Y ojo, que esto tiene fecha de caducidad: no pueden tenerte en vilo eternamente. Si se pasan de los plazos legales, puede que hasta te salga bien la jugada. Lo de la confidencialidad también es tuyo por derecho: lo que descubran en tu empresa no puede ir pregonándose por ahí. Conocer estos derechos no es ser un listillo, es ser un contribuyente informado que sabe defender lo suyo dentro de la ley.
Límites legales de las actuaciones del inspector de Hacienda
El inspector no es Superman, tiene sus límites, y más le vale respetarlos. Para empezar, debe enseñarte la placa – bueno, identificarse correctamente – y ceñirse a lo que dice la notificación. Si pone que van a mirar el IVA del 2022, no pueden ponerse a hurgar en el IRPF del 2019 porque les apetezca. Los papeles de hace más de cuatro años, salvo casos muy concretos, están a salvo: ha prescrito su derecho a pedírtelos. Tu despacho no es su casa: sin tu permiso expreso, no pueden entrar donde les dé la gana. Y desde luego, no pueden plantarse a las 10 de la noche exigiendo documentos, tienen su horario como todo hijo de vecino. Tampoco pueden obligarte a confesar pecados fiscales sin las garantías que marca la ley. Si ves que se pasan de la raya, toma nota de todo. Cada abuso, cada extralimitación, puede ser tu as en la manga si luego hay que impugnar algo. No se trata de ponerse gallito, sino de saber que hasta ellos tienen que seguir las reglas del juego.
¿Puede Hacienda inspeccionar mi domicilio fiscal sin orden judicial?
Esta es la pregunta del millón, y la respuesta tiene matices importantes. Si tu domicilio fiscal es una oficina, un local, una nave… pueden entrar con tu permiso, sin necesidad de que un juez lo autorice. Ahora bien, ¿qué pasa si trabajas desde casa? Aquí la cosa cambia. Tu casa, ese lugar donde duermes, comes y ves Netflix en pijama, está especialmente protegida por la Constitución. Para entrar ahí, necesitan sí o sí una orden judicial, aunque tengas el despacho en el salón. En la práctica, si les niegas la entrada a tu local comercial, pueden tomárselo a mal y considerarlo una obstrucción – con las consecuencias que eso conlleva. Mi consejo: en los espacios puramente empresariales, colabora. Pero si pretenden entrar en tu hogar sin papeles del juez, ahí sí que puedes y debes plantarte. Es tu derecho constitucional, y eso no se negocia.
Plazos y duración del procedimiento de inspección tributaria
El tiempo en una inspección es oro, literalmente. La Agencia Tributaria tiene 18 meses desde que te notifican hasta que deben cerrar el chiringuito. En casos complicados de narices, pueden estirarlo hasta 27 meses. ¿Por qué te importa esto? Porque si se pasan, pueden perder la partida por incomparecencia. Es como en el fútbol: hay un tiempo reglamentario, y si no marcan gol, se acabó. Eso sí, cuidado con las interrupciones y las pausas que no son culpa suya – esas no cuentan. Si tú pides tiempo para buscar papeles o si hay que esperar a que otro organismo responda algo, el reloj se para. Puedes y debes preguntar cuánto tiempo llevan consumido, es tu derecho. Y si ves que se acerca el final del plazo y todavía no hay noticias, empieza a sonreír discretamente: puede que algunos ejercicios que estaban a punto de prescribir cuando empezó todo esto ya estén a salvo. El tiempo, en este caso, puede jugar a tu favor si sabes contar bien los días.
¿Cómo afrontar una inspección de Hacienda en mi empresa correctamente?
La actitud lo es todo. Ni te pongas en plan fortaleza inexpugnable ni tampoco de alfombra. Busca ese punto medio entre colaborar y defender tus intereses. Nombra a alguien de tu equipo – preferiblemente quien más sepa de números – como interlocutor único con el inspector. Que no haya cinco personas dando cinco versiones distintas de la misma historia. Prepara un sitio decente donde el inspector pueda trabajar: ni el cuarto de las escobas ni la sala de juntas con vistas al mar. Profesionalidad ante todo. Cuando te pregunten algo, responde a lo que te pregunten, ni más ni menos. No te enrolles contando la historia de tu vida empresarial si no viene a cuento. Si necesitas mirar algo antes de responder, pide tiempo. No hay prisa por meter la pata. Y aquí va un consejo vital: lleva un diario de la inspección. Qué día vino, qué pidió, qué le diste, qué comentó…